Mis Escritos.

El Proceso Investigativo
¿Cómo hacer Ciencia?
MSc. Francisco Pacheco
Cursante Doctorado en Cs de la Educación
Sobre el devenir histórico de las ciencias Wallerstein expresó que durante más de 200 años la ciencia y la Filosofía se han considerado formas distintas de saber, más esto no es real puesto que esa división ha sido el producto de una construcción social que fue totalmente desconocida antes del siglo XVIII. Así, progresivamente la teología fue sustituida por la filosofía como una variante donde Dios fue reemplazado por el hombre como fuente de saber.
A decir del mismo autor, la ciencia en su evolución, presenta múltiples cambios. Puede decirse que desde 1750 hasta 1850 hubo una época confusa donde surgieron protodisciplinas sin apoyo amplio. Más tarde, entre 1850 y 1945, ese mismo grupo de protodisciplinas se redujo a un grupo más uniforme, claramente distinguido y a partir de ese último año, las disciplinas fueron aumentando, manteniendo la tendencia a seguir creciendo.
El siglo XVIII fue determinante para la ciencia; fue tiempo durante el cual surgun aparente divorcio entre la ciencia y la filosofía; en el cual se produjo la necesidad de cuestionar, de buscar lo verdadero a través de la comprobación empírica. Al respecto, Wallerstein señala tres importantes problemas: el primero estuvo relacionado con el propio divorcio entre la ciencia y la filosofía, porque se hizo presente una lógica subyacente entre las dos culturas: la filosofía abogando por lo bueno y lo bello, en tanto que la ciencia abogaba por lo natural y lo verdadero.
El segundo problema se enmarcó en el derecho a juzgar, a definir la verdad entre las afirmaciones científicas que rivalizaban. Surgió entonces la figura de la comunidad científica; grupo de personas quienes, en la esfera de sus atribuciones, definieron que era y que no era ciencia; que era ciencia especializada y cuales los métodos para materializarla.
El tercer problema lo constituyó la reaparición y reunificación de la Ciencia y la filosofía, hecho que se manifestó a partir del último tercio del siglo XX, período durante el cual se estableció que la revolución científica dependía de la tarea intelectual.
De lo anterior se desprende que ciencia y filosofía son formas de aproximarse al saber que no han podido separarse. Son concepciones distintas, maneras de ver la realidad desde ópticas diferentes pero que siempre han procurado buscar la explicación al porqué y el cómo se suceden las cosas. Quizás la mayor diferencia entre ambas es que la filosofía es soñadora, idealista; en tanto que la ciencia es pragmática, busca las consecuencias prácticas del pensamiento y pone el criterio de verdad en su eficacia y valor para la vida.
A partir del siglo XIX las ciencias naturales ven surgir las sociales, inclinadas hacia lo humanístico, hacia el saber ideográfico donde se estudian los fenómenos sociales con la consecuente utilidad limitada de las generalizaciones con necesidad de comprensión empírica.
Surge entonces la complejidad, el rechazo de la ciencia pasiva, el creer que comprender es más complejo que lo afirmado por la ciencia. Bajo esta perspectiva se busca hacer ciencia en un nuevo contexto. Se produce una apertura para producir conocimiento relacionando lo humano a lo social y lo natural en una forma integrada.
Aspectos Importantes Del Proceso Investigativo
En el proceso investigativo hay tres factores a conjugar: La temática, el enfoque y el discurso. Así, en ese proceso, al seleccionar la temática el enfoque dependerá de lo que se quiera hacer con la realidad; es decir, de lo teleológico, del fin último que se quiera alcanzar en la investigación.
El enfoque puede estar orientado por alguna de las cuatro corrientes de pensamiento: a) el positivismo, cuando se pretenda controlar o explicar la realidad; b) la fenomenológica, cuando se busque comprenderla; c) el crítico dialéctico cuando se quiera transformarla; o d) la complejidad, cuando se pretenda construir un nuevo conocimiento a través del cual la realidad sea explicada en toda su extensión.
Para expresar lo que se quiere el discurso es esencial; este parte de la exploración y se sustenta en principios, fundamentos y términos. El discurso es la expresión representativa y descriptiva de la forma como se observa el fenómeno de estudio, lo cual se logra a través de las palabras, los conceptos y el lenguaje.
Es importante comprender las particularidades de cada corriente de pensamiento; así, puede expresarse:
En La Complejidad: Hay una pretensión de aproximarse a la verdad, existe una relación tetralógica, en la cual prevalece la incertidumbre. Se parte de la ignorancia, se aborda la realidad sin certeza.
En la Crítica Dialéctica: Priva la intersubjetividad, se busca respuestas en la comunidad. En la racionalidad comunicativa predomina el argumento y la argumentación. Se hace máximo uso de la dialéctica para llegar a un consenso.
En lo Fenomenológico: Se exploran los noemas, existe la reducción a la eidética (concentración en el fenómeno); Se busca la comprensión del fenómeno y de los significados. Se explora el mundo del sujeto de estudio; se interpreta el fenómeno bajo la subjetividad del sujeto.
En el Positivismo: Se hace presente la lógica formal, se requiere del racionalismo instrumental; Se manejan variables para buscar la relación causa – efecto. Se maneja un lenguaje mayormente estadístico cuantitativo. Se analiza, se reduce el todo a las partes.
El investigador, debe tener presente que la concepción del abordaje amerita un discurso, el cual debe partir y sustentarse en la revisión inicial o exploratoria de los conceptos. En ese sentido es necesario considerar, en relación a la temática a investigar, ¿qué conceptos le guían? ¿Qué conceptos le permiten ver la realidad?
Ahora bien, es importante tener presente que la ciencia tiene un principio ocasional y es que ella está siempre abierta a la verdad, su única y permanente razón de la búsqueda. Más el investigador debe estar consiente de la no existencia de métodos y formas receta de hacer ciencia, de producir conocimientos. Es importante abandonar la heteronimia, esa necesidad de aprobación para todo cuanto se haga. El investigador tiene que buscar ser autónomo.
Como bien se ha dicho, la autonomía está lejos del dogma y ella orienta a la exploración. La autonomía permite que el sujeto investigador no se transforme en un prisionero mental y por tanto, bajo esa concepción, el hombre que investiga debe tener una mente abierta que le permita ser capaz de aceptar correcciones (saber escuchar y aceptar ayuda), ser capaz de razonar y lograr la coherencia del tema y el método, además de tomar decisiones con conciencia. En definitiva, ser autónomo implica poseer una actitud científica libre de ataduras.
Por todo lo anterior es importante centrarse en el tema: ¿Qué estudio? Lo primero es explorar la temática, esa realidad y al respecto considerar:
Si en el estudio está presente lo extraño, lo misterioso, lo irreductible.
Si está presente la capacidad de asombro, la realidad no se puede reducir a una idea.
Si se puede reducir o negar la capacidad de asombro.
¿Cómo se ve la realidad? con conciencia expandida o con conciencia circunscrita.
Partiendo de eso, surgirá la concepción epistémica, la cual guiará el proceso de aproximación al episteme. Ello determinará el método a seguir y las técnicas para la recolección de datos.
Feyerabend y el Adiós a la Razón
Paul Karl Feyerabend filósofo alemán, más tarde nacionalizado como estadounidense, marca pauta en la historia de la ciencia, principalmente por su tesis sobre la inconmensurabilidad y el anarquismo epistemológico.
En sus ensayos, mediante un lenguaje claro y expresivo afirmaba que la epistemología tenía por función el describir como deberían actuar los científicos y en ese orden de ideas en 1975 da a conocer su obra “Contra el método”, una fuerte crítica a la lógica científico – racionalista que surge del estudio pormenorizado del evolucionar de las ciencias.
En esa obra Feyerabend concluye que no existe método científico inalterable, una regla que no se haya roto por lo que “la infracción no es accidental sino necesaria para el avance de la ciencia”; más, hace hincapié en hacer notar que también se han desplegado muchos esfuerzos para mantener al proceder científico encerrado en esa especie de jaula llamada “Racionalismo”.
Es así como destaca que, gracias a ese empeño: investigadores, estudiosos y especialistas sufren fuertes restricciones en su manera de pensar, actuar y expresarse, afirmación que no fue vista de buen agrado por una gran mayoría de los académicos.
La obra de Feyerabend es por demás interesante y al respecto del rechazo que tuvo la defiende en 1978, en la última parte de su obra “La ciencia en una sociedad libre” en la cual critica con mayor fuerza la condición de misticismo otorgada por la sociedad occidental al método científico, quienes le etiquetan como la mejor manera de adquirir conocimiento.
Para consolidar su pensamiento, en 1987, niega la racionalidad abstracta dominante y caracteriza a la ciencia como arte susceptible a los cambios de estilo. En su escrito “Adiós a la razón” destaca las ventajas del pluralismo y considera indescartables los sistemas de creencias como la astrología y la medicina alternativa a las que equipara con la ciencia.
A este respecto comparto totalmente el pensar de este autor porque el conocimiento no puede ser clasificado, no tiene fronteras ni ámbitos que lo circunscriban a la unidad de particulares disciplinas. En los tiempos modernos, donde se promueve una forma diferente de hacer ciencia, abierta y flexible, no deben existir parcelamientos del saber ni concepciones que pongan de lado aquellos saberes que durante siglos dieron respuesta a las necesidad de conocer y guiaron la evolución del hombre; más aún, esos saberes aún son profundamente respetados y considerados, fueron concebidos como explicaciones que siempre tomaron en cuenta las leyes del universo y la magnificencia del cosmos; más aún su aparición en muchos casos es inexplicables, sólo son vistos como el producto del proceder y pensar de seres que parecen haber sido superiores.
Así Feyerabend (1980) dijo con total validez que:
“…La ciencia es en realidad una aglomeración de ideas, no un conjunto unificado. Incluye gran cantidad de componentes que proceden de disciplinas no científicas que son parte vital del proceso, y en realidad no hay razón para suponer que el mundo posee una sola naturaleza. Por el contrario, se nos presenta profundamente plural.
Maturana.
La Conexión de la Ciencia Con la Vida Cotidiana
Durante mucho tiempo la ciencia ha sido el producto de un proceso que emerge de la evolución del pensamiento, de los cambios sucesivos en el método que da validez a los resultados; proceso, que durante siglos ha sido conocido, como método científico.
Con base a lo anterior Maturana explica que los científicos hacen ciencia a partir de lo que observan; es decir desde el mismo momento en que describen lo que sucede y luego, progresiva y organizadamente, buscan el revelar el cómo y el porqué de los fenómenos o hechos que por ellos son observados. En ese sentido, el mismo autor establece que existe una relación entre el ámbito cotidiano de vida y lo cognitivo; ya que, todo lo que se busca explicar, de algún modo guarda relación con el ambiente en que se vive y lo que la experiencia por conocimiento nos ha dado; esto es en el ámbito complejo del conocimiento que se posee, el cual se ha generado mayormente de la experiencia o de procesos de aprendizaje que influyen o hacen posible cambios en nuestra conducta, dentro o fuera del ámbito en que nos desenvolvemos.
Así, puede decirse que la ciencia es un ámbito cognitivo que está estrechamente vinculado a la relación del hombre con el hombre y del hombre con el medio; es decir, que está relacionada a la experiencia misma de vida y a la búsqueda de la explicación lógica del cómo y del porqué de las cosas, de los fenómenos que desconocemos y queremos explicar, lo cual sólo es posible de lograr a través de la búsqueda del conocimiento y de expresar a través del lenguaje.
Por todo lo anterior la ciencia es un ámbito cognitivo constituido a través de la aplicación del criterio de validez de la explicaciones científicas, el cual no trata de la verdad o de la realidad en un sentido trascendental, sino que refiere o busca la explicación y la relación con la experiencia humana en el mismo ámbito en que se dan las experiencias y el conocimiento de lo humano. Así, no todo lo observado es siempre una verdad, ni esta lo es si no posee los suficientes criterios de validez que la justifiquen en el ámbito de las experiencias humanas. Por supuesto, la ciencia busca ser objetiva, alejarse de lo subjetivo, por lo que el actuar del investigador debe respetar y guardar culto a lo axiológico: actuar con honestidad, responsabilidad, y consciencia sobre la consecuencia de cada una de sus acciones.
La ciencia no puede apartarse de la cotidianidad de la vida. El conocimiento como su producto más preciado siempre será parte del ámbito de existencia y de la relación del hombre consigo mismos, con sus semejantes y su entorno. No obstante, para hacer ciencia hay que actuar con conciencia, libre de subjetividades y con apego máximo a la conducta ética que permita asumir con la máxima responsabilidad la consecuencia de los actos.
La Observación de Segundo Orden
En la búsqueda del hacer ciencia con la mayor objetividad y precisión, es necesario no perder de vista las limitaciones que presentan las ciencias sociales y por lo general los métodos que hacen posible el hacer ciencia. Esto, especialmente en todo aquello que se refiere a lo analítico y la comprensión de cuanto atañe a la comprensión de la sociedad y sus aspectos y efectos colaterales partiendo de la observación; más aun si se entiende que la realidad no es más que todo cuanto está inmerso en esa relación del hombre con su entorno humano y natural.
Así el investigador observa a su alrededor y es capaz de interpretar y comprender lo que sucede; más en el contexto de esa complejidad social, hay otros puntos de vista que en el primer momento pueden ser obviados o dejados de lado, son aquellos que tienen que ver con la manera de observar y ver el mundo desde la perspectiva de otros.
Tomando en cuenta lo anterior, la complejidad social tiene que ser vista y analizada desde la óptica de esquemas de diferencias, de puntos ciegos en los cuales muchas veces se dejan de advertir aspectos importantes para la consecución del saber más exacto. En ese sentido es conveniente siempre recordar lo expresado por Luhmann en cuanto a que ninguna auto observación está en condiciones de comprender la plena realidad del sistema que ella realiza” (1974; p.46) y lo dicho por Heisenberg (1958), quien sostuvo que:
“La incertidumbre del científico no reside tanto en la imperfección de sus instrumentos de medida, o en sus limitaciones humanas para conocer, o en el hecho que el observador con su intervención perturba los valores propios de la realidad sino en forzar a una de las muchas potencialidades existentes a convertirse en realidad. Esto quiere decir que la transición de lo posible tiene lugar durante el acto de observación
Así, es importante comprender lo que significa desde el paradigma sistémico - constructivista la Observación de Segundo Orden y lo que ella representa para hacer ciencia en el campo de la investigación social. La “observación de segundo orden” en este contexto supone ir más allá del prestar atención y reflexionar únicamente sobre lo simple. Por ello, el mismo Luhmann (1974) aclaró que el observar es una operación, en tanto que el observador es un sistema que utiliza las operaciones de observación de manera recursiva como secuencias para lograr una diferencia con el entorno” (Ob; p. 46). Todo lo cual, en palabras del mismo autor, quiere decir que:
“El observador no está colocado por encima de la realidad; que el observador no flota por encima de las cosas ni las observa sólo desde arriba. El observador no es un sujeto colocado fuera del mundo de los objetos; el observador es, más bien, uno de ellos.
De esa manera puede comprenderse que la observación de segundo orden constituye un esfuerzo por observar aquello que el investigador no puede ver o reconocer en una primera instancia. Es una forma especializada de aprender a ver la forma de ver u observar de otro, de aprender a interpretar y comprender los hechos desde una posición distinta a la adoptada inicialmente; es decir, buscar captar la realidad tal como la ven, la viven y la construyen los propios individuos, teniendo, por cierto, siempre presente que es el observador quien determina las distinciones y todo aquello que hace diferencia en el contexto de lo que se ve o estudia.
Conclusiones
En el mundo actual, la forma tradicional de llevar adelante y validar la ciencia ha perdido progresivamente espacios ante los nuevos paradigmas emergentes; en consecuencia, se hace necesaria una actitud investigativa apartada y libre de la influencia de los hasta ahora conocidos y tradicionales patrones que han condicionado la manera de hacer ciencia.
Con el paso de los años: el hombre, su entorno natural y social y las relaciones que entre ellos se producen y suceden, han ocupado importantes posiciones en el campo del interés científico y por tanto el hacer ciencia es hoy un proceso más humano que cuántico. La ciencia de hoy ha dado cabida a lo social y por tanto se siente atraída por la interpretación y comprensión de lo fenomenológico y de lo subjetivo, de lo complejo; hay en consecuencia un cambio total en lo paradigmático y una apertura hacia nuevas formas y posibilidades de aproximarse al conocimiento.
De la misma manera, esos cambios en la concepción científica, han requerido nuevas cualidades que caractericen al investigador; Así, quien investiga tiene que adaptarse a las necesidades de la ciencia moderna y cambiar sus propias concepciones, noesis y noemas. Tiene que adaptar y modificar los contenidos de su conciencia y flexibilizar su proceder científico, tiene que buscar la autonomía sin dejar de lado los valores y principios que deben moldear su proceder y su conducta.
La ciencia no puede ser vista como algo apartado de la vida cotidiana; por el contrario está demostrado su relación con las experiencias, los conocimientos adquiridos y la conectividad social entre el hombre y todo cuanto le rodea. En tal sentido el hacer ciencia no puede ser concebido bajo una concepción simplista y meramente reduccionista, por el contrario se requiere de una concepción holística y hermenéutica que permita interpretar y comprender, en toda su amplitud, la complejidad de los fenómenos y hechos que son observables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario